¿Por qué reemplacé las resoluciones por intenciones?
Hasta hace pocos años era un experto en elaborar una lista de resoluciones de año nuevo que seguían el mismo patrón: al inicio del año me proponía una serie de objetivos que deseaba alcanzar en el plazo de doce meses, tenía mucha motivación y energía para trabajar por esas metas durante varios días, incluso semanas, pero al final terminaba fracasando en mis intentos y justificándome para no sentir el malestar como consecuencia de la decepción de no conseguir algo que podría ser muy beneficioso para mi vida. Afortunadamente, este inicio de año ha sido distinto, pues estoy utilizando una estrategia que me parece más sostenible que la anterior: cultivar intenciones. ¿Por qué? Las intenciones nacen de una visión más integral de nosotros mismos, operan con una energía más receptiva y no están condicionadas a resultados, simplemente nos invitan a abrirnos a la realidad del momento, nos permiten reconocer oportunidades en la medida que van surgiendo y nos brindan la valentía para actuar. Hasta ahora, este nuevo hábito me ha ayudado a transitar las primeras semanas de este año de una forma más ligera, me siento menos abrumado y no ando criticándome ni culpándome cuando cometo errores que me alejan de mis intenciones. Me doy cuenta que estoy desarrollando una nueva actitud cuando no se cumplen las expectativas iniciales que tenía, lo que me permite desactivar el autoataque y dejar ir la constante obsesión por llegar a metas, aprendiendo a transitar el proceso momento a momento, paso a paso. Solamente eso, para mí, ya es suficiente.
0 Comentarios
|