El año 2020, en su mayor parte, muy distinto de lo que muchos nos imaginamos. Quizás empezamos ese año con planes, proyectos, emprendimientos, ideas, viajes, reuniones, en fin, muchas actividades que se quedaron a medias o que tuvieron que ser canceladas o pospuestas debido a la pandemia que aún seguimos atravesando.
A todo lo anterior, se le suman los múltipes cambios en nuestras formas de vivir, estudiar, trabajar y socializar a los que tuvimos que adaptarnos en un período de tiempo sumamente breve a causa de las medidas impuestas para contener la transmisión del virus. Me atrevo a decir que nuestra generación nunca vivió, a una escala tan masiva, todo lo que experimentamos en estos últimos 12 meses: ● Confinamientos. ● Restricciones a la libertad de movimiento. ● Distanciamiento físico. ● Uso permante de elementos de protección personal como mascarillas, alcohol en gel o gafas, entre otros. Se nos presentaron dificultades complejas para seguir adelante en un tiempo tan volátil e impredecible. Esta situación, en menor o mayor medida, afectó nuestra salud mental debido a la constante sobre-estimulación y noticias de la pandemia en redes sociales o en medios de comunicación. Así empezamos a experimentar algunos problemas como insomnio, pérdida o aumento de nuestro apetito, conflictos interpersonales, adicciones tanto a sustancias como a ciertos comportamientos obsesivos y a una amplia gama de estados anímicos como: ● Sentirse con incertidumbre y vulnerabilidad. ● Miedo, estrés y ansiedad. ● Duelo, especialmente si en este tiempo experimentamos pérdidas, ya sea de un ser querido o si nuestra salud se vio comprometida, aunque también pudo haber sido un perjuicio material (trabajo o ingresos). Ante todo esto, es normal sentirse abrumado y sin saber qué hacer. No sorprenderá si algunos llegaron a calificar al 2020 como un año perdido. Un Nuevo Año, Un Nuevo Comienzo El inicio de un nuevo año representa para muchos una nueva oportunidad y un volver a empezar. Con respecto a la pandemia también se vislumbran destellos de esperanza representados por las aprobación de vacunas que a mediano plazo podrían ejercer un rol importante para reducir contagios y, con ello, la ilusión de volver a la normalidad que antes dábamos por sentado. No obstante, nadie sabe con exactitud qué sucederá en los próximos meses. Reconociendo que todo lo que sucede en el mundo exterior escapa de nuestro control, podemos encontrar un refugio en aquellas cosas que aún se encuentran bajo nuestro control personal. En ese sentido, el psiquiatra y sobreviviente del holocausto Viktor Frankl nos recuerda que cuando perdemos todas nuestras libertades, nos queda la última libertad humana: Elegir la actitud con la cual enfrentamos lo que nos toca vivir. Así que este 2021 podemos replantearnos con qué actitud elegimos afrontar el nuevo año. Podemos preguntarnos: 1. ¿Hace falta continuar con aquellos patrones viejos de comportamiento que nos desgastan? 2. ¿Podemos priorizar lo que nos nutre y alimenta el alma, la relación con uno mismo y con las personas que valoramos? 3. ¿Cómo cultivamos hábitos de auto-cuidado? 4. ¿Qué necesito para fortalecer mi salud mental? Naturalmente, nos puede surgir el deseo de querer encontrar respuestas contundentes a estas interrogantes, pero también podemos permitirnos encarar estas preguntas como una invitación reflexiva, en donde simplemente debemos tomar conciencia de nuestras intenciones y explorar lo que sea que emerja con atención plena y apertura. P. D. Me gustaría expresar mi gratitud a Irina Arbo y Kyra Thielmann por sus comentarios y sugerencias para la redacción de este texto.
0 Comentarios
|